Me reencuentro con
la muestra de vinos de la D.O. Terra Alta, después de mucho tiempo de no haber
pasado por allí. El principal motivo era conocer de primera mano el trabajo del
joven enólogo, viticultor y bodeguero (todo en uno) Francesc Ferrer de Celler
Frisach.
Batea, Gandesa,
Corbera d’Ebre y otras poblaciones, que amparadas por la D.O. Terre Alta, están
llenas de potencial. Algo olvidada por nosotros, sólo referenciada en algunas
cartas de restaurantes por vinos emblemáticos desde hace años y sin poner al
día, como si en un largo letargo hubiera entrado.
Excelente el trabajo de los jóvenes enólogos, que en un acto de reivindicación de lo autóctono y se
abanderan con los colores de la Vernatxa, esta es la versión original (català
tortosí) de llamar a la
variedad Garnacha, sea blanca o tinta.
Francesc Ferrer, un ferviente
defensor de lo autóctono, de las variedades de uvas que se trabajan en su
comarca y sobre todo de su zona, su pueblo, Corbera d’Ebre, un pueblo castigado
por la Guerra Civil, que aún hoy mantiene intactas las casas y calles que fueron
bombardeadas en la batalla del Ebro. Nos explica que quien pierde las raíces,
pierde su origen, pierde su identidad. Defensor del habla particular de la zona
del Ebro, que la podemos ver en la contra-etiquetas de sus botellas. También
podemos apreciar la defensa del terreno y el respeto al medio ambiente basándose
en un cultivo ecológico.
Tengo que decir que
si todos los que elaboran vino tuvieran las cosas tan claras como las tiene
Francesc iríamos mejor, con un mensaje claro y contundente –lo original es lo
autóctono- y debemos querer y escuchar más a nuestra tierra, respetarla, para
que ella nos devuelva todo su potencial en forma de fruto, fruto que lo
encontraremos embotellado evocándonos a la emoción. Así se define él, un
elaborador de emociones.
Entrando ya en los
vinos, todos ellos tienen algo en común, franqueza, fruta y vida. Empezando por
el Selecció Vernatxa blanca, monovarietal, vendimia efectuada en dos
pasadas, la primera para aprovechar la acidez natural de la variedad y la
segunda para extraer todo su potencial varietal. Un vino joven refrescante pero
complejo, una buena carta de presentación. Un tinto joven, el Cuptge, Vernatxa
negra y Samsó (Cariñena) con un gran trabajo en viña, dos variedades que
maduran diferente la una de la otra, pero vendimiadas a la vez, gracias a la
situación de los viñedos que ayuda a su maduración, uno más soleado que el
otro, con el fin de unificarlos ya que una variedad madura antes que la otra.
Vino de capa alta, muy afrutado y potente, musculoso en boca con un tanino y
acidez aún vivos que nos dará una muy buena evolución en botella. Después
catamos Vernatxa blanca 2011, un vino que le ha merecido la mención al
mejor vino blanco de la Terra Alta 2013. Vino complejo, con gran potencial, un
gran trabajo de crianza en barricas de 2 y 3 año, que le aporta pinceladas
aromáticas que acompañan muy bien a las esencias primarias consiguiendo así un
delicioso “bouquet”
Sang de Corb, un vino con historia, se
elaboró para homenajear a todo un pueblo, Corbera d’Ebre, sometido por una de
las más sangrantes batallas por las que ha pasado nuestro país y que conmemora el
75 aniversario del inicio de la batallas del Ebro.
Un vino que mantiene el espíritu
de los vinos de antaño, cierta elegancia rústica, dos conceptos algo
antagónicos, cierto. Vernatxa negra, Vernatxa peluda i Samsó se unen
para dar vida a un vino potente, carnoso y amplio, un gran vino de guarda. Un
vino con identidad propia.
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