La palabra epicúreo se refiere de alguien que sigue una doctrina que se dedica al hedonismo (predica que la meta máxima de la vida es el placer de los sentidos).
Partiendo de esa máxima, seguimos descubriendo otros placeres entorno a una mesa. Quedamos para celebrar un cumpleaños, cualquier excusa es buena. Jamón ibérico, quesos españoles (curado de Mahón, oveja curado Don Picón de Tarancón, Cuenca), un queso semi-curado de Grecia (parecido al Feta, pero más complejo) con un punto de sal. Un Mimolette joven, un Brie, un Munster y un Comté Montagne. Un par de patés artesanales y otros embutidos, cómo lomo de caña, salchichón y chorizo ibéricos. Tres tortillas caseras, patata, calabacín y espinacas, muy buenas las tres.
Nos preparamos con un vino fresco y frugal, Clarnovell de Finca Parera, un blanco elaborado con Xarel.lo y Gewürztraminer, creo que el pequeño porcetaje de azucares residuales le van muy bien a ciertos tipos de quesos. Una Manzanilla, San León (de bodegas Argüeso), marida muy bien con el jamón, ya sea por lo graso cómo por lo salino. Después dos tintos muy diferentes entre si, Moncaíno de Mancuso 2005, V.T. Valdejalón, 7 meses de crianza en barrica, espectacular Garnacha, mucha fruta negra fresca, con tono cremoso de roble muy integrado, algo especiado (after-eigth), mentol y fino cacao, cierta potencia y con buena estructura en boca, muy interesante (89+). Algo más diferente, un Rioja, De Padre 2008, 18 meses de crianza en barrica. Un vino algo más ligero que el anterior, aromas de fruta macerada en licor (cerezas tipo kirsch), más predominio de los aromas terciarios (caja de puros y tabaco), algo de cueros, de media intensidad, sutil en nariz cómo en boca, creo, mi opinión, que este vino no soportaba los quesos, pero se comporta mejor con los embutidos y tortillas, lo encontré algo corto y esperaba más personalidad, con mayor estructura, se mostró ligero. Puede que el orden de los vinos, por su crianza en barrica, no fue el adecuado, ya que esperábamos mayor complejidad.
Cómo colofón a la velada, el anfitrión nos deleita con una selección de Habanos, y que Habanos... Saca la cava humidificada, donde pacen felizmente los torcidos que van a ser fumados para la ocasión -el público expectante- una selección digna de un terrateniente de una hacienda cubana. Panatelas de Cohiba, Joyitas de Montecristo (Laguito nº 3, vitola de galera). Vamos ahora con tamaños mayores, Petit Edmundo Montecristo (54/56 de cepo), pasando por Wide Churchills (la promesa en Habanos, está de moda), Sublime Montecristo ed. limitada 2010, Trinidad T Short petit robusto (rabo de cochino) y entre otros un Robusto serie D nº 4 de Partagás. En su caja original, podemos contemplar algo muy especial, Cohiba Behike (de cepo 52), caja de 10 unidades, a un precio de 27€ la unidad, una edición de alta gama, producidos por torcedores de 4º nivel, donde a la mezcla de tabaco con tres fermentaciones se le añaden las dos únicas hojas, llamadas de medio tiempo, que da la planta, junto a la selección de volado, seco y ligero.
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