Los que hayan viajado a Suiza se habrán quedado enamorados con las vistas que nos ofrece su orografía, de crestas blancas y afiladas, los interminables lagos de agua translúcida o los mantos de verde hierba donde pastan las vacas.
Los suizos no sólo saben hacer relojes, salchichas de distintos sabores, ya sean ahumadas o frescas, quesos espectacularmente ricos cómo los Emmental, Gruyer, Tête de Moine, los más conocidos, e incluso se atreven con whisky autóctono elaborado con el agua del glaciar Jungfrau.
Pero, ¿sabéis que es lo que más me ha impresionado?, ha sido un producto algo desconocido por mí, los helados…Dios, una marca que cuida al detalle tanto el producto cómo la presentación, Mövenpick.
El éxito reside en la búsqueda de la perfección con productos de alta calidad, llevando esta premisa al extremo. Con una combinación de sabores clásicos (chocolate suizo) con otros más atrevidos (doble crema con merengue o fruta de la pasión con mango), todo un mundo a descubrir.
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